viernes, 28 de mayo de 2010

Weiss y el arte del laúd barroco. Del repertorio instrumental, parte II


Hijo y hermano de laudistas, pareciese que la vida de Sylvius Leopold Weiss estaba predestinada para brillar en el mundo de la música. Nacido en 1687, a los dieciocho años ya era reconocido como un gran intérprete de cuerdas pulsadas, lo que le significó ser compañía de viaje de nobles y aristócratas por diversas cortes e importantes ciudades. Primero Brieg, Kassel y Düsseldorf, luego Roma y también Dresde, Viena, Munich, Praga, Berlín y Leipzig. Donde fuera, Weiss no dejaba de sorprender, como músico solista o como continuista. La habilidad de Sylvius era siempre digna de mención y sus interpretaciones suscitaban un enorme interés. Ernst Gottlieb Baron, Luise A. V. Gottsched, Joahann Nickolaus Forkel, Johann Friedrich Reichardt, músicos, teóricos y biógrafos manifestaron elogiosas palabras al delicado toque del hábil tañedor, a su inagotable riqueza al momento de improvisar.

En 1718, Sylvius Leopold obtiene el puesto de músico para la corte de Augusto el Fuerte (1670-1733), Elector de Sajonia y Rey de Polonia, en Dresde, una ciudad que presumía de una de las orquestas más emblemáticas y en la que participaban célebres instrumentistas y compositores de la talla de Johann David Heinichen, Francesco Veracini, Johann Adolf Hasse y Johann Georg Pisendel, por citar a algunos.

Las ocupaciones del gran laudista, además de servir en la cámara de la familia real como solista, era formar parte de la orquesta para las presentaciones de conciertos, óperas y también para los servicios religiosos. Es el cargo que Weiss ejerce por el resto de su vida, con un salario exageradamente alto. Así de cotizada era su genialidad. Así también se evitaba que una corte rival lo tentase a emprender otro viaje.


El repertorio

Sin ostentar publicación alguna, el grueso de la obra musical de Sylvius Leopold Weiss se conserva en dos principales fuentes, los manuscritos de Londres y Dresde. Y es la “suonata”, que era como Weiss denominaba lo que comúnmente se conoce como suite, la estructura que alberga casi la totalidad de sus creaciones para el laúd solista. Las algo más de 600 piezas se ordenan según la práctica de la época, es decir, una sucesión de danzas de carácter antecedida por preludio, generalmente improvisado, e intercalada por otras miniaturas típicas, como un paysane, un bourrée o un menuet. Pero también hay espacio para las ouvertures, fantasías y fugas, chaconas y pasacalles, como parte de las mismas suites o como movimientos individuales.

Weiss concibe su obra en el marco de la retórica musical germana, es decir, una precisa mezcla entre las formas francesas, como lo es la suite de danzas, el estilo cantabile italiano, caracterizado por ese natural fluir de las melodías, y el contrapunto de una escritura sumamente elaborada que sorprendió a sus contemporáneos más críticos. Y cómo no, si es imposible no caer rendido ante la regia Ouverture de la sonata Nº 52 en do menor, la grandeza de la allemande de la suite Nº 48 en fa sostenido menor, las sorprendentes agilidades de la courante de la sonata Nº 11 en re menor o la melancolía de la sarabande de la sonata Nº 2 en re mayor. Y cómo no reflexionar frete a los dos enormes tombeaux del autor, extraordinarios poemas musicales, evocaciones dedicadas a una alta personalidad, también un ser querido.

Porque Weiss hizo lo que nadie pensaba que era posible con un instrumento que sufrió modificaciones propuestas por él mismo y que alcanzó los trece órdenes o pares de cuerdas. Un instrumento que de por sí ya era difícil de afinar, más aún de tañer. Weiss era diestro en el tratamiento de los matices y gozaba de una depurada técnica. Pero no practicó el virtuosismo superfluo, ya que supo vestir a cada una de sus creaciones con ropajes sofisticados. Una música de la más alta confección, rica en detalles, culta y compleja, pero ante todo, sobrecogedora. Señalado como el máximo representante del arte del laúd no sólo del barroco, sino de todos los tiempos, Sylvius Leopold Weiss muere el 16 de octubre 1750.



6 comentarios:

  1. Hola:

    Mi enhorabuena por tan excelente entrada.
    Se nota qe conoces el instrumento y que adoras la figura y la música de este maravilloso genio creador.

    Un grande entre los grandes, sin duda.

    Un abrazo.

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  2. Es que Weiss inspira a cualquiera!

    Gracias por esas palabras,

    Otro abrazo!

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  3. Ay, mi Pablo, qué buen trabajo sobre uno de los grandes... Su elegante melancolía, su panegírico por un mundo que termina, nunca han sido ni serán tan bien transcritos como por la delicadeza de su laúd inagotable.
    Un beso admirado.

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  4. Ana! Sólo puedo decir, gracias...

    Beso melancólico.

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  5. En algún lado leí que Weiss era tan bueno que incluso en cierta ocasión otro músico, producto de la envidia, lo atacó y le hirió el pulgar.
    Me sorprende que Weiss no sea muy reconocido, considerando que debería ser de interés para cualquier "pulsador de cuerdas" -de los cuales hay muchos, aunque solo pulsan 6-. Al menos en mí, despertó tanto interés que mandé a hacer una guitarra especial para tocar su música -ya vendrá la oportunidad de hacerlo en un laúd-.
    Buen artículo.
    Saludos,
    R.

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  6. Roberto, bienvenido!

    El músico que mencionas era un violinista que se llamaba Petit. Le mordió el pulgar a Weiss...

    Saludos y suerte con esa guitarra!

    ;-)

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