jueves, 20 de mayo de 2010

Del repertorio instrumental


Cuando la Europa renacentista de comienzos del siglo XVI vive despertar del repertorio instrumental solístico, rápidamente se suceden las publicaciones de colecciones con la nueva literatura musical que evolucionará progresivamente y que madurará en los límites del barroco y del estilo galante. Primero fueron intabulaciones de canciones de danza, de frottole, madrigales y villancicos, y las imposibles reducciones de misas, todas con la seña da sonar en vez de da cantar, las que representaban el novedoso repertorio instrumental. Pero pronto surgirán formas originales, un universo de piezas propias, idiomáticas, concebidas desde y para el mismo instrumento: ricercari y fantasías; glosas, diferencias y variaciones sobre "tenores", y también, ya en el barroco, chaconas, pasacalles, fugas y suites de danzas de carácter.


En un comienzo los instrumentos de tecla, y por sobre todo los miembros de la familia del laúd, con los que se podían adaptar las distintas partes de la música polifónica renacentista en manos de un solo intérprete, son quienes celebran la concepción de estas novedosas formas, creaciones de un inspirado grupo de compositores que consolidaron un estilo inédito, exclusivo e individual. En el temprano cinquecento, “il divino” Francesco da Milano crea para el laúd de seis órdenes una serie de piezas contrapuntísticas de carácter imitativo denominadas ricercari, así como lo hiciera John Dowland en la Inglaterra isabelina con sus fantasías y danzas propias de la época de Shakespeare. El siglo de oro español nos lega un único y singular repertorio para la culta vihuela consistente en siete principales tomos, publicados entre 1536 y 1576, y luego la guitarra barroca brillará en manos de Gaspar Sanz, Francisco Guerau y Santiago de Murcia. Ya en los albores del barroco italiano, Alessandro Piccinini y Michelangelo Galilei hacen lo propio con el chitarrone y el laúd de 10 órdenes, respectivamente. Y son Ennemond Gaultier, Charles Mouton, Jacques Gallot y Robert de Visée los grandes maestros de las cuerdas pulsadas en la Francia de Luis XIII y Luis XIV. Alemania luce con Johannes Hieronymus Kapsberger y Esaias Reusner, pero el primero está más cercano a las sonoridades italianas de la tiorba y el segundo, con su laúd de once órdenes, asume las formas y ademanes del lenguaje francés. Mas una figura totalmente representativa de la singular retórica musical de los países de habla alemana tardará en surgir. Habrá que esperar a que el barroco madure...


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