viernes, 1 de octubre de 2010

Los grandes éxitos de siempre, una y otra vez...


Ayer asistí al concierto ofrecido por Musica Angelica en la principal sala de Santiago. Un evento que no debería provocar mayores comentarios en la prensa local, salvo por las curiosidades ofrecidas al público: la falta de un clave, sustituido por las cuerdas pulsada de una tiorba, en la primera parte del programa, y de una guitarra, en la última; la mala distribución de los instrumentistas en el escenario, lo que significó un disparejo empaste de las partes; un programa que bordeó lo caricaturesco, y, lo más grave según mi parecer, la casi nula participación del oboísta Gonzalo X. Ruiz. Error acrecentado aún más si tomamos en cuenta que el concierto abrió con una desbalanceada Suite en Si menor (BWV 1067) que, como ya es sabido, fue originalmente escrita para el oboe y no para el flauta traversa, que es lo que se pudo apreciar anoche. Comprendo que el público asistente no tenga por qué saber tanto detalle musicológico, más aún si nadie se encarga de explicarlo debidamente, menos añadirlo a las notas del programa. Pero de eso a aceptar que una y otra vez nos machaquen con los mismos cuatro conciertos vivaldianos, algunos Haendel sueltos, el Corelli más popular o las mismas tres selecciones bachianas de ayer, hoy, mañana y siempre, pues no! ¿Como pretenden que el publico extienda sus horizontes si no hay variedad en los programas? ¿Recuerdan las visitas del Concerto Italiano y la Accademia Bizantina? Una lástima. Pero lo de anoche es más preocupante aún, porque una de las ediciones bachianas más destacadas del año pasado fue precisamente la que registró la reconstrucción de las versiones originales de las cuatro suites orquestales del Kantor. Si bien fue un trabajo discográfico de Monica Hugget y su Ensemble Sonnerie (Avie - AV 2171), quien asumió la parte del oboe fue Gonzalo X. Ruiz, con una impecable lectura de la segunda Suite, transportada a su tonalidad primitiva, en La menor. Y anoche era, y no creo que se repita, “la” ocasión de escuchar en vivo, con sólido fraseo y bello sonido, esos monumentales siete movimientos con la instrumentación original. En cambio, hubo que conformarse con una versión del concierto para oboe y violín BWV 1060a, nada mal, por cierto. Mas yo me desquité por otro lado, porque respecto de esas reconstrucciones sobre los autógrafos conservados fue el intercambio de ideas que tuve con el músico argentino, al finalizar el concierto. Con argumentos simples, pero de solidez irrebatible, Gonzalo se explayó sobre los postulados de Joshua Rifkin, eterno defensor del Bach original, las tesituras de los vientos y como el oboe se acomoda a la perfección entre las cuerdas. Muy amable, me termina obsequiando su último trabajo discográfico, una delicia: Soliloquies. Cuatro transcripciones para oboe de algunas suites bachianas, sumamente bien logradas y ennoblecidas por el singular timbre de la madera barroca. Claro, otra sonoridad, pero nuevamente se me repiten las mismas obras. Aunque debo confesarles algo. Al reiterar la escucha del preludio de la BWV 1008, de la sarabanda de la BWV 1013, del minueto de la BWV 1007 o del gran movimiento inicial de la BWV 1011, no hay descontento que perdure…





Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Soliloquies

Gonzalo X. Ruiz, oboe barroco

La Riche Enterprises, 2010 [64’13’’]




1 comentario:

  1. Hola:

    Poco o nada que añadir a tan excelente entrada -salvo haber tenido la oportunidad de escuchar una pista de ese disco que alabas, quizá-.
    Veo, con satisfacción, además, que has remozado el blog y que vuelves a la carga.
    Así sea.

    Un abrazo.

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