viernes, 4 de septiembre de 2009

Lamentos y madrigales: Monteverdi y el Sexto Libro





Cuando Claudio Monteverdi publica su sexto libro de madrigales, atrás quedaban dos décadas incertidumbres, inestabilidades emocionales y económicas, pesares y tristezas. Vincenzo Gonzaga, Duque de Mantua, muere en febrero de 1612 y le sucede su hijo Francesco, quien en julio de aquel mismo año despide caprichosamente al maestro de capilla de la Serenísima Corte. Pero no pasará mucho tiempo antes de que el cremonés fije un nuevo norte para su carrera musical. En 1613 llega a Venecia, concursa, obtiene el codiciado puesto de maestro de capilla para la Catedral de San Marcos y se convierte rápidamente en el compositor vivo más respetado. Si es que ya no lo era.


El libro

Publicado en Venecia por Ricciardo Amadino en 1614, Il sesto libro de madrigali a cinque voci..., con un Dialogo a Sette, de Claudio Monteverdi, sigue el natural desarrollo de lo expuesto en las últimas seis creaciones de su anterior libro: estamos frente a la etapa final del madrigal en su estructura clásica y a un paso de la consolidación de la nueva tendencia, el madrigal concertante, narración musical adecuada para expresar diversos planos emotivos.

Sólo diez piezas dan forma al sexto libro, que dividido en dos partes, plantea un juego con la simetría. Cada sección comprende un planto a gran escala (Lamento d’Arianna y Sestina, con 4 y 6 partes respectivamente), un madrigal sobre un texto de Petrarca y otros sobre versos de Giambattista Marino. Un solo madrigal atiende a un texto anónimo.

Compuesto en Mantua al menos cuatro años antes de su publicación, este sexto libro ofrece los últimos respiros al equilibro tradicional, la escritura a cinque, que si bien se entiende como cosa del pasado, acá ensaya nuevas y extremas posibilidades. El planteamiento de las voces rompe la tradicional homogeneidad y al mismo tiempo introduce con fuerza los profundos cambios que experimenta el género cuando se combina la monodia con el estilo concertante en una creación para varias voces.

Por otro lado, la presencia del basso continuo, sugerido ya por el propio compositor para las seis piezas finales del quinto libro, es ahora estable y aplicable en cada madrigal. Tanto los instrumentos de arco como las cuerdas pulsadas brindan un soporte armónico, elemento que otorga plenas libertades a la declamación natural de la palabra y permite que cada voz se mueva con mayor independencia respecto de las otras.

El sexto libro cierra magistralmente con Presso un fiume tranquillo, imponente dialogo concertato concebido a sette.


El lamento

Lasciatemi morire;
e che volete voi che mi conforte
in così dura sorte,
in così gran martire?


A cinco voces se escucha ahora, luego de seis años de su estreno, el monódico lamento de L’Arianna. Único extracto sobreviviente de la tragedia en música estrenada en 1608 en el palacio ducal de Mantua, es la pieza elegida para abrir la nueva colección.

Con esta adaptación polifónica, el compositor agota sobre el texto de Rinuccini todas las posibilidades del stile antico y explicita en el pentagrama todo elemento descriptivo para que las tres voces internas coloreen los ángulos, cubran cada resquicio y resuelvan el armónico cuadro musical delimitado por el marco de las voces extremas.

Pero son más las versiones existentes de la célebre pieza. A la polifónica de éste sexto libro se suma una segunda de reescritura monódica, de 1623, cuando nuevamente los instrumentos sostienen la armonía; y una tercera, sacra, incluida en el Selva Morale e Spirituale de 1640 y que lleva por título Pianto della Madonna sopra il Lamento d'Arianna a voce sola.


Las lágrimas de un amante


En marzo de 1608 y poco antes del estreno de L’Arianna, muere sorpresivamente Caterina Martinelli, joven cantante al servicio de la corte de Mantua para quien Monteverdi compone el rol protagónico. A modo de homenaje, Monteverdi escribe Sestina: Lacrime d’amante al sepolcro dell’amata, pieza que establece la conexión entre las dos partes del libro, pues Sestina es también un amplio lamento, es el llanto de un pastor cuya ninfa ha muerto. En Glauco y Corinna se reconoce a Vincenzo Gonzaga y a la “Romanina”, apodo con que se conocía a Martinelli, favorita del Duque de Mantua.

Pero tanto dolor en música, tanto sufrimiento íntimo sugiere una inmediata segunda lectura y ésta es clara: Monteverdi no solamente escribe para su señor, Monteverdi plasma un último y conmovedor adiós para su esposa, Claudia Cattaneo, que había muerto en 1607.


El registro

Para el sexto libro de madrigales, mi elección discográfica es el doble disco registrado por Delitiae Music
ae para el sello Naxos. Como es habitual en esta integral en curso, Marco Longhini, su director, opta por una lectura historicista y graba sólo con voces masculinas: tres contratenores, dos tenores, un barítono y un bajo asumen las líneas del cantus, quintus sextus, septimus, quintus-altus, altus, tenor y bassus, a las que les añade un virtuoso conjunto instrumental.

A los citados diez madrigales, se incluye acá la versión del Lamento d’Arianna de 1623 así como otras tantas creaciones de Monteverdi que fueron incluidas en diversas antologías publicadas entre 1594 y 1634, algunas de ellas nunca antes llevadas al disco.

Con una cuidada lectura, el conjunto italiano logra dar satisfactoriamente con las emotivas imágenes musicales contenidas en cada poema. El empaste de las voces es preciso, la agógica y la dinámica se explotan en plenitud y enriquecen la entonación amable, delicada y atenta. El madrigal exige el tiempo que cada palabra se merece y Longhini, con sabiduría y generosidad, lo otorga con gracia.





Claudio Monteverdi (1567 – 1643)
SESTO LIBRO DEI MADRIGALI

Delitiae Musicae
Marco Longhini, director

Naxos, 2007 [CD 1 68’48’’ + CD 2 57’28’’]


Lamento d'Arianna
I. Lasciatemi morire





6 comentarios:

  1. Cielos... Ya veo que en Monteverdi no nos pondremos de acuerdo nunca.

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  2. Mi estimado!

    ¿Lo dices por lo que escribo o por el disco recomendado?

    Un saludo!

    ;)

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  3. Ay, yo en eso estoy con Pablo. A mí esas grabaciones de Naxos no me parecen tanta cosa... Por no hablar de alguna voz en particular que me rechina.

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  4. Por cierto, Invernizzi -ya que la eo al costado- viene este otoño con la Accademia Bizantina a Santander...

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